Proyecto INVISIBLE fue hecho en av república el 10 de septiembre de este año (2013) Es una acción de arte hecha por O.B.R.A y Juan Castillo, gracias al Museo de la Solidaridad de Salvador Allende. En las imágenes se muestra del punto de vista de los artistas.
Un país dividido con la esperanza de que algún día se
encuentren.
Ya han pasado 40 años desde el Golpe de Estado en Chile y el
país aún se encuentra dividido. Las fuerzas políticas y la ignorancia de la
gente ha generado una tensión en el ambiente y los jóvenes han sido sumamente
influenciados por lo que la familia les dice que sucedió.
El Museo de la Solidaridad de Salvador Allende, para la
conmemoración de los 40 años, presentó una propuesta de una semana completa
(entre el 11 y 15 de septiembre) donde se invita a la reflexión de estos 40
años para distintos sectores, con el fin de activar un diálogo ciudadano y
repara lo que aún nos divide.
La acción de arte que se siguió del punto de vista de los
artistas fue el PROYECTO INVISIBLE , realizado por el grupo escolar Academia de
Artes O.B.R.A. (Obreros, Baluartes, Revolucionarios) del Colegio Alcántara de
la Cordillera y el consagrado artista nacional Juan Castillo. En esta actividad
se intervino Av. República, donde existieron al menos cuatro centros de
detención y/o tortura de la Dina y CNI entre los años 1976 y 1990.
Todo este proyecto tuvo toda una preparación de parte de los
artistas a partir de un proceso de investigación basado en la recopilación de
testimonios, diálogos y reflexiones intergeneracionales, y por supuesto, la
creación artística
La idea detrás es ver y recordar la historia de un barrio de
alto tránsito en lo cotidiano, donde se escribieron pasajes importantes de
nuestra historia, la que a simple vista no se puede ver o percibir.
Lo principal que se muestra es el 10 de septiembre, día en
el cual se ejecuta la acción de arte en el barrio República.
O.B.R.A. llega al MSSA para comenzar a organizar cada una de
las frases que se crearon y editaron con Juan Castillo para separarlas en 2 grupos.
Cuando ya están listas, los jóvenes se dividen en sus grupos correspondientes
para cada sector de la avenida y comienzan a barrer la calle, para luego pegar
los stickers gigantes con cada frase, palabra, pregunta o nombre
correspondiente de manera aleatoria.
Durante el transcurso del día, se ven infestados de
anécdotas. Entre ellas, gente que pasaba por un lado dejando ver su ignorancia
al tema con frases peyorativas, personas que paraban a preguntar a alguno de
los artistas de qué se trataba la acción de arte, y otras que optaban por dar
su opinión e historia del tema. En definitiva, el objetivo que se tenía fue
cumplido totalmente.
Al terminar de pegar cada una de los stickers, los jóvenes
artistas, junto a su profesora, fueron invitados a entrar a uno de los espacios
que fue centro de detención y tortura. En este, se entro igualmente por grupo.
Las sensaciones de las personas involucradas en el proyecto
artístico, al entrar al lugar, el cual ahora esta catalogado como "casa ocupa”, variaron por sector. Según indicaron, toda
la primera planta se sentía como una casa más del barrio, una sensación de lo
cotidiano. Los que estaban recorriendo ese piso, sacaban fotografías libremente
de lo que se mostraba como una estructura de grandes proporciones y calidez. Luego,
cuando subieron a la segunda planta, podían notar un cambio en la estructura
del entorno. Las murallas estaban totalmente impregnadas de las expresiones
artísticas de personas anónimas que ocuparon y vivieron en un tiempo en esta
casa que permaneció muchos años abandonada. Hoy, al recorrer esos pasillos se
puede lograr ser testigo de los sentimientos, sensaciones y memoria de una o
varias generaciones.
A pesar de lo importante que puede ser aquello, la planta
que tiene más testimonios de parte de todos las personas que la han recorrido
es el subterráneo. En este, cuando comienzan a entrar, todos empiezan a
quejarse del aire, el cual es más espeso por la poca ventilación que tiene.
El guía comienza a relatar historias de personas que han intentado
entrar y/o dormir a cierta hora en ese lugar y no pueden por los sollozos que
se pueden escuchar.
Ese fue el lugar exacto donde mantuvieron a miles de
personas retenidas, personas luchando por seguir con vida a pesar de las
asquerosidades y horribilidades que les hicieron violando sus derechos humanos,
personas que torturaron hasta la misma muerte. En espacios mínimos que solo los
ojos pueden apreciar en vivo. Lugares donde las cámaras se vuelven locas y
colapsan con la gran potencia espiritual que existe. Nadie es capaz de sacar
fotos, y los videos que intentan hacer quedan mal grabados por una estática que
no debería estar presente.
Apenas se termina de recorrer el subterráneo y se llega al
patio trasero, cada uno comienza a relatar sus emociones, como si el lugar en
sí no los hubiese dejado ni hablar al respecto.
Cuando salen de la casa, revisan los sectores que
intervinieron. Una de las personas del museo de acerca avisando que sobraron
suficientes stickers para pegar en una cuadra más, lo cual inmediatamente se
realiza.
El día termina con todos los accionistas del grupo artístico
cansados por estar bajo el sol todo el día, y mientras alistan sus cosas para
irse, dan un último vistazo a la comunicación que se realizó con los
espectadores, algunos de los cuales rayaron stickers respondiendo a lo que se
quería, y otros fueron los típicos artistas frustrados con frases a su equipo
de fútbol, finalizaciones de frases en doble sentido y dibujos de falos.
La intervención artística experimentada por estos jóvenes,
liderados por Juan Castillo, generó la discusión y planteamiento de ideas
necesarios para que generaciones futuras recuerden lo sucedido con el objetivo
de que no experimenten dolor, si no permanezca en la memoria colectiva, se tome
conciencia de uno de los hechos más tristes, lamentables y nefastos de nuestra
historia, y así, con la esperanza de que no se repitan en un futuro.